En este número de mayo se abordan los retos actuales que tiene México con el actual gobierno estadounidense. Como se ha visto, en menos de cuatro meses la agenda bilateral ha sido convulsa, con muchos reacomodos y ajustes acaso no inesperados pero muchos de ellos sorpresivos. En ese tenor, existen numerosas publicaciones de nuestra Universidad en las que se reflexiona sobre este nexo, ya de cientos de años, que nos ayudarían a entender mejor la ruta crítica de las relaciones entre nuestros gobiernos, entre nuestros países, entre nuestros pueblos. El texto de presentación lo escribe Anel Pérez, directora del Centro de Estudios para Extranjeros de la UNAM, quien nos comparte un matiz necesario, fundamental, en ese intríngulis cultural en el que nos encontramos: el español como un mecanismo de resistencia ante el embate, no del inglés, sino de una política coercitiva que pretende borrar todo lo que se enlace con otro contexto que no sea el estadounidense. Pretender llamar, por ejemplo, Golfo de América al Golfo de México no sólo es un dislate lingüístico del hombre más poderoso del mundo; es, por sobre todas las cosas, una ocurrencia destinada al fracaso porque las prácticas lingüísticas no suceden por decreto, por designio omnímodo. Por eso es necesaria la reflexión, las cavilaciones serias y sosegadas, como las de los títulos que presentamos en esta edición.